jueves, 9 de octubre de 2008

Las "verdades" de doña Concha

Doña Concepción González, alcaldesa de Moraleja, parece que no tiene otro oficio que hacer más que el de acusar, imputar a alguien algún delito, culpa, vicio o cualquier cosa vituperable; denunciar, delatar, reconvenir, censurar, reprochar..., pero no en los tribunales, para que averigüen la verdad, sino desde su sillón de la alcaldía.Doña Concha es alcaldesa de Moraleja gracias a los seis concejales logrados por el PP, AIVe y EU, más uno del IPEX, que la aupó a la magistratura que ya tuvo, frente a los seis del PSOE. Defiende este último partido la pertenencia del pueblo a la Mancomunidad de Sierra de Gata, aprobada en su día por su propio grupo, y ella ve demonios familiares por todas partes; cuentas que no le cuadran, zancadillas que nadie le pone y que sólo verá en sueños; denuncia, se chiva, incrimina a los trabajadores del ente comarcal; exhibe su poder; censura, reprueba, amenaza con una auditoría...
El pasado martes, día 7, se llega hasta la capital para pedir el amparo de su partido, que se le supone y se le otorga, para defenderse y desdecirse de lo que ella misma declaró: nadie ha dicho que vaya a dejar la Mancomunidad; defiende a su socio de gobierno y manifiesta que "si se abstuvo en la moción de septiembre (presentada de urgencia en el pleno del día 5 para iniciar los trámites para abandonar la Mancomunidad) fue porque se había incorporado de vacaciones y no tenía todos los datos." Pues bien, don Ángel González Cava se quedará sin conocerlos, porque ha presentado su renuncia al cargo y doña Concha, muy buena y condescendiente, ha convocado sesión extraordinaria y urgente para el próximo viernes, a las 10.00 de la mañana, con dos puntos en el orden del día: el pronunciamiento del pleno sobre la urgencia del mismo; y la renuncia al cargo del concejal del IPEX, que habrá de ser sustituido por don David Pérez Chaparro.
Doña Concha, en lugar de asumir con humildad su gestión, muestra su ineficacia y prepotencia al abordar un tema tan delicado como la permanencia de su pueblo en la Mancomunidad; lanza una cortina de humo con la amenaza de la auditoría y se pone el velo para cubrirse de sus mentiras, al acusar a los concejales socialistas de insultos y agresiones que, si no fueren alucinaciones suyas, debería denunciar en los tribunales.
La alcaldesa utiliza la ley del embudo y reclama a bombo y platillo de la Mancomunidad lo que ella misma niega al PSOE de Moraleja. A saber: solicita las cuentas del ente comarcal, que tiene a su disposición, lo que ella no hace con las cuentas municipales desde 2007, solicitadas por la oposición hasta una docena de veces; reclama un miembro de otro partido en el equipo de gobierno de la Mancomunidad y hurta al PSOE el único representante que tenía en Ribera de Gata.
No contenta con difamar a trabajadores en el pleno, cuestiona la profesionalidad del secretario y del interventor, acusándoles de no fiscalizar los gastos, aprobados por el Tribunal de Cuentas; y exige, en fin, una representación en los órganos de la Mancomunidad que las urnas le negaron.
Doña Concha basa su defensa en el ataque, una técnica dilatoria que solo sirve en ocasiones para competiciones deportivas de equipo, y hoy acusa a los Ministerios del Gobierno de España (ya sea Fomento o Interior), y mañana, a la Consejería de Fomento de la Junta de Extremadura, a los ediles del PSOE y ahora, a la Mancomunidad misma.
En la campaña electoral de 2003, cuyas elecciones ganara Teresa Roca, hoy portavoz de la oposición socialista, el ex Presidente Rodríguez Ibarra, ya tan olvidado por algunos, hubo de recordar, enojado, en una plaza del pueblo durante su mitin: "Le di un millón de pesetas que me pidió para hacer una fuente y ahora lo veo convertido en un enjambre de avispas."
Con su saco de agravios, doña Concha demuestra su falta de aptitud y de capacidad para comprender la palabra solidaridad. Si tiene sospechas o indicios, que acuda a los tribunales, que el PSOE está a su disposición para ayudarla, porque, de lo contrario, habría que recordarle también las palabras de Benavente: "Hay que ser constantes traperos en el montón de las mentiras para encontrar de tarde en tarde alguna verdad". Búsquela, señora alcaldesa, pero no difame más, "porque la verdad es hija del tiempo, no de la autoridad", en palabras de Bacon.

Por Félix Pinero

martes, 7 de octubre de 2008

La codicia rompe el saco

"Yo salí de mi tierra y dejé hijos y mujer por venir a servir a vuestra merced, creyendo valer más, y no menos; pero como la codicia rompe el saco, a mí me ha rasgado mis esperanzas." (El Quijote,capítulo XX, 1ª parte).
Ésta, y no otra, parece ser la actitud de la alcaldesa de Moraleja, Concepción González, en su deseo de abandonar la Mancomunidad de Sierra de Gata, que su grupo aprobó en la Comisión de Integración, creada en 2006, para estudiar el proceso de Vegaviana y Moraleja en el ente comarcal, así como el resto de los partidos, salvo el Grupo PP de la Mancomunidad.
El excesivo afán de acumular bienes hace a veces que se pierdan todos. Es el significado del refrán español incluido en el Quijote y que viene como anillo al dedo en las actuales circunstancias por las que atraviesa la economía mundial.
No se cumplen, en todo caso, el principio de solidaridad y progresividad fiscal, que tanto reclamamos a nivel nacional, porque es un referente constitucional, y que aquí, como en tantos lugares, tampoco deseamos asumir por la codicia de algunos en perjuicio de los más.
Aunque hasta la fecha no hay acuerdo definitivo del Pleno o de la Junta de Gobierno para hacer efectivo el deseo de la alcaldesa, no parece, sin embargo, que su codicia sobre la cantidad y valoración entre lo que recibe y lo que da, se aproximen a una realidad justa y solidaria con los demás miembros que la componen.
Ya el secretario general de la Agrupación Local del PSOE de Moraleja, Felipe Mayoral, declaraba en Cáceres que su pueblo "tiene más que perder que ganar" si abandona la Mancomunidad. No menos rotundas fueron las dichas por Alfonso Beltrán, anterior presidente de la Mancomunidad, quien afirmó que "Moraleja vive de la Mancomunidad y ésta de Moraleja". Es decir, que ambas se necesitan recíprocamente.
En el último ejercicio, Moraleja aportó 271.953 euros y recibió a cambio en servicios directos y en programas de inversión de empleo, 1,4 millones.
Por otro lado, el PSOE gobierna 15 de los 20 pueblos de la Mancomunidad, otro de los "argumentos" esgrimidos por la alcaldesa para tener una mayor representación en los órganos de gobierno, que las urnas no le concedieron, el mismo que no otorga a la oposición socialista en los plenos del Ayuntamiento que preside, al que habitualmente expulsa cuando tratan de preguntar cosas que le resultan incómodas, cercenando de raíz la participación democrática que a ella misma y a su grupo se le otorgó en el pasado.
El actual esquema solidario de representación de las veinte localidades, vigente desde 1993, fue aprobado por su grupo político en el proceso de integración. La Mancomunidad ha sido gobernada por socialistas y populares, y nadie, hasta ahora, había cuestionado un esquema que permite a los pueblos de la Sierra mantener con su población, y dignamente representados, a todos los municipios, especialmente a los más pequeños, que de otra forma no podrían recibir los servicios esenciales.
Olvida esto también la alcaldesa, quizá porque, en su codicia, todo lo quisiera para sí, pero sin los demás. Qué camino pretende seguir cuando otro de sus argumentos es la inversión en los propios caminos de su municipio, cuando tan solo registra el 8,7 por ciento de los 212,4 que tiene la Mancomunidad y recibe, en cambio, el 9 por ciento de la inversión en este capítulo y, como asegura su portavoz, su aspiración es recibir más de lo que proporcionalmente le corresponde... ¿Qué le dejamos, entonces, a Valverde del Fresno, que tiene el 14,62 por ciento, o a Cilleros, con el 13,38 por ciento?
Seguramente, la alcaldesa de Moraleja desconozca este paisaje tan ilustrativo del Quijote, porque su ignorancia le impide ver su codicia y ésta, a su vez, la avaricia que rompe el saco de todos y rasga las esperanzas de los más débiles que también se unieron para servir a su pueblo.

Por Teresa Roca.